Guía para crear una novela erótica (2)

27.09.2021

La semana pasada, en la primera entrega de Guía para crear una novela erótica, dimos forma a dos personajes, Esther y Andrea, que, si bien eran sencillos, tenían una buena definición y una serie de elementos básicos que nos permitían conocerlas bastante bien. Tan solo con esos pocos elementos nos resultaría muy sencillo definir la personalidad de ambas, unas personalidades premeditadamente opuestas. No resulta difícil imaginarnos a Esther como una chica inteligente, pero tímida e introvertida, con una inseguridad que su sencillo aspecto físico no contribuye a mejorar. Tampoco cuesta percibir a una Andrea que deslumbra, tanto por su personalidad fuerte, alegre e introvertida como por su aspecto físico, que, sin ser propio de una modelo de película porno, sí resulta llamativa y mucho más atrayente que el de Esther.

¿Pero qué hacemos ahora con ellas? ¡Los personajes no lo son todo!

EL ESCENARIO.

Puesto que hemos definido que nuestros dos personajes son grandes viajeras, podemos situarlas en cualquier sitio que queramos. Vamos a alejarnos de tópicos como París o Londres y nos iremos hasta un pequeño pueblo de Italia, un lugar sencillo, humilde y tranquilo situado junto al mar. Allí llegarán nuestras dos chicas, una atraída por el descubrimiento de un nuevo cuadro de un antiguo artista italiano, y la otra por el mar y el sol. Coincidirán en una pequeña casita, en la que un matrimonio mayor alquila dos habitaciones a turistas para así ganar un dinero extra que les ayude a vivir mejor. ¿Quién dijo que es necesario irse a París o a Londres para tener un escenario romántico?

¡No descuides las escenas de sexo! A fin de cuentas intentamos escribir una novela erótica, ¿verdad?
¡No descuides las escenas de sexo! A fin de cuentas intentamos escribir una novela erótica, ¿verdad?

LA HISTORIA.
Una de las ventajas de contar con personajes bien desarrollados y con un escenario bien definido, es que, a menudo, ayudan a que la historia se cuente sola. Tenemos claro de antemano que queremos contar una historia de romance y erotismo entre nuestras dos chicas, pero, sin haber pensado nada más allá, ya podemos imaginarnos a la tímida y asustadiza Esther coincidiendo en la casita de la costa italiana con Andrea, y quedando impresionada con ella. Pero, claro, ¿cómo puede esperar que una mujer así se fije en alguien tan vulgar como ella? Lo que Esther no sabe es que Andrea es también una enamorada del arte, y, cuando descubre por casualidad a qué se dedica su compañera de casa (quizás porque el viejo matrimonio que les hace de caseros lo comentan entre ellos mientras Andrea desayuna), decide que quiere conocerla mejor. Así, tras un encuentro buscado por Andrea y del todo inesperado para Esther, terminan yendo juntas a visitar un museo de arte, en el que Andrea queda impresionada por los grandes conocimientos de su nueva amiga sobre pintura. Tanto que, al salir, arrastra a Esther a un local cercano, donde, para darle las gracias, le invita a unas bebidas. El alcohol, la preciosa noche italiana y una playa desierta hacen el resto, de manera que el amanecer sorprende a las dos chicas junto al mar, después de una noche tan inesperada como placentera e inolvidable. Bonito, ¿verdad?
¡Pero toda historia necesita conflicto! Tras esa noche, las inseguridades de Eshter aumentarán ante lo sucedido, pues esa noche de pasión con su nueva amiga ha supuesto para ella mucho más de lo que ninguna de las dos esperaba, y ahora es incapaz de lidiar con sus miedos y con el temor a lo que esté por llegar. Por su parte Andrea no dará ninguna importancia a lo que para ella es solo una noche loca más, actitud que no hará más que aumentar las dudas e inseguridades de Esther.
A partir de aquí, solo nos queda desarrollar ese conflicto, añadir algunas escenas tórridas entre las chicas y diseñar un buen final para nuestra historia. ¡Ya tenemos nuestra novela erótica! Y nos ha quedado bastante bien, ¿verdad?

Adelante, probad. Puede parecer muy complicado, ¡pero os aseguro que no lo es tanto!